Cada día me doy cuenta de que las fuentes de comunicación nos abren más la mente y sobretodo nos influencian sobre nuestra visión del exterior. Antiguamente las influencias llegaban con el tiempo... y además contaban las historias de un pueblo, una cultura, una familia o un país.
Las cosas llegaban de un lugar a otro, de un continente a otro, por la magia de un visionario que hacia el esfuerzo de traerse algo y así cultivar a su entorno. La arquitectura, la cocina, el arte, los objetos e incluso las costumbres venían de "aquel" que conocía el "savoir vivre" y apreciaba lo que cada lugar o cultura le ofrecía.
Hoy en día se ha perdido eso, todos estamos influenciados, o más bien "intoxicados", por la información que nos llega, pero que no sentimos. Yo me encuentro cada día con el reto de acercar la magia de lo sentido, de lo conocido... cada vez que me piden que le de un toque "étnico", "árabe" o "nórdico" a su casa... pero todo esto me hace plantearme una cuestión; ¿Por que queremos reconocernos en culturas que no forman parte de nosotros?.
En este mismo sentido, siempre digo que una casa se hace con el tiempo, viajando y viviendo... y que la belleza del mestizaje no deja de ser la mezcla de sangre y de todas las emociones que hemos vivido y sentido. Y los objetos que nos rodean, nos recuerdan a todas esas personas que hemos conocido en nuestro camino.
Os invito que penséis en los objetos que os rodean y veréis lo mucho que tienen que ver con vuestro camino en la vida... que sus valores son muy similares a los de quienes queremos y nos quieren. Cuídalos.